Necesitaba un perfume de flores. El maestro perfumista Alberto Morillas eligió a la reina de todas, opulenta, elegante y floral por excelencia: la Rosa Búlgara. La Casia y el Espino Blanco se añadieron a su finura.
La Violeta de Parma, sus facetas empolvadas y sensuales. Por último, el absoluto de Vainilla Bourbon y los Almizcles Blancos envolvieron estas flores con una suavidad adictiva. Un floral empolvado con una seña de identidad reconocible entre todas.