Sobre la piel suave de su torso, este perfume intenso enciende los sentidos para dejar un halo de sensualidad ardiente. Después de un soplo de menta vivificante, su estela eleva la adicción un grado hasta convertirse en un tórrido elixir. Bajo sus aires frescos, la lavanda cobra rápidamente una dimensión carnal, sublimada por la riqueza balsámica del benjuí con acentos licorosos y vainillados. El haba tonka eleva la apuesta con sus inflexiones cálidas y suaves, entre miel y tabaco.